El Comisionado del Instituto Morelense de Información Pública (IMIPE) de Morelos, Marco Antonio Alvear Sánchez no busca quien se la hizo sino quien se la pague o, mejor dicho: quien le pague.
Él llegó como coloquialmente se dice: con “la espada desenvainada” al IMIPE, quizá con justa razón, pero no la suficiente para justificar el maltrato a algunos de sus compañeros, entre ellos sus subordinados.
En su reclamo, Marco Antonio Alvear vulneró el bien más preciado de toda persona: la dignidad humana.
El mediodía del miércoles 7 de abril, en una reunión de trabajo celebrada en el patio de la oficina del Instituto, bajo el reflejo del sol que se filtraba por un techo trasparente, se le preguntó:
– Hemos visto la situación de cómo está manejando el tema y lo que me salta a la vista es, sí: ¿así respeta la dignidad de las personas? digo, la manera en cómo trató al joven.
El nuevo Comisionado, Alvear Sánchez respondió:
– Se le trata con respeto, perdón, discúlpame. El hecho de que yo le exhiba y le entregue una copia del documento que presentaron ante el Tribunal Superior de Justicia, es para que me explique, que me fundamente y que me dé argumentos, de por qué presento este documento, a sabiendas de que no es la vía. Si eso para ti te ofende, discúlpame…”.
Pero la hostilidad de Alvear Sánchez contra los trabajadores del instituto se observó primero con la Comisionada Presidenta del IMIPE, Dora Ivonne Rosales Sotelo, quien encabezaba la reunión de trabajo.
El abogado acusó a Dora Ivonne Rosales de ilegalidades, omisiones y malos manejos de recursos porque él y su compañero, Roberto Yáñez Vázquez exigían el pago de sus salarios caídos, alrededor de tres millones de pesos, cada uno.
– En este juicio de garantías de dos años, siete meses, se ordena la reinstalación del Doctor y su servidor. Evidentemente, usted tuvo que haber previsto en su momento que había un juicio, digo eso todos lo sabemos- expresó.
Casi al final de su primera intervención recalcó:
– Como usted sabe, esta sentencia de amparo, ojo, se tiene que cumplir nos guste o no. Mi sentencia antes, durante y después se tiene que cumplir.
Rosales Sotelo manifestó:
– Yo lamento, que los primeros tres documentos, que firman los dos Comisionados, sea un tema meramente para solicitar lo retroactivo, y lamento que, ustedes no estén enterados en que sea utilizado el dinero, de las dos vacantes- refiriéndose a las plazas de los dos últimos comisionados.
La Comisionada habló del desinterés por conocer la problemática del Instituto, la falta de disposición para sumarse a los trabajos, y reclamó el maltrato hacía su persona en algunas llamadas que sostuvo con el abogado.
En su segunda intervención, Marco Antonio Alvear habló sobre el tema de un recurso promovido en su contra por el departamento jurídico del IMIPE, el cual calificó como: una “pifia”.
– Esto es una pifia, eh- dijo él.
– Usted es abogado- respondió ella.
– Para empezar, esta no es la instancia para la controversia, yo… si quiere más adelante le doy una clase de Derecho Constitucional- presumió él.
– No, gracias- ella.
– Supremacía Constitucional, no me meto más. Póngase a estudiar. El exhorto, otra vez a que haga las cosas en su calidad de Presidenta- habló él, en tono despectivo.
– A ver me está faltando al respeto. No se lo voy a permitir. – reclamó ella.
Pero el desencuentro no paró ahí. Minutos después él fue soberbio de nuevo. Un empleado con una laptop, en mano, se acercó para mostrarle un documento digital pero el descortés bajó la pantalla y lo ignoró.
En ese momento Marco Antonio Alvear no cabía en su asiento, se quitaba el cubre bocas, acomodaba sus bolígrafos, sus documentos, se cruzaba de brazos, miraba a un lado luego al otro, hacía muecas, llamaba a su séquito.
– ¿Por qué lo cierra? ¿por qué le cierra su computadora al compañero? – preguntó Dora Ivonne Rosales al momento en que bruscamente bajo la tapa del aparato.
– Estoy poniendo atención- justificó.
– Oiga, pero esa es una falta de respeto al compañero. Esa es una grosería, esas faltas de respeto no se hacen aquí. No estamos acostumbrados a eso, aquí señor.
Ella le habla con respeto: de usted. Él la tuteaba y sobajaba.
Fue después de la escena en que este reportero cuestionó a Alvear Sánchez del trato a sus propios compañeros.
– Hay más de una persona que ha observado la falta de respeto a la dignidad… me permite terminar y hablar… sí eso como Comisionado lo hace, como servidor público que se espera ¿no?
– El trabajo, es lo único que a mí me respalda: mi trabajo institucional. No nada más en el IMIPE, yo tengo una larga trayectoria en órganos jurisdiccionales y eso es lo que habla por mí –
– ¿Pero ese es el trato que le da a las personas? – se le cuestionó.
– Yo siempre he sido muy respetuoso, respetuoso. Si tú piensas lo contrario, yo ahí, no lo puedo cambiar- respondió en un mensaje muy claro de cómo será su gestión.