De izquierda a derecha: Jorge Salazar Acosta, nuevo secretario de Administración; Miguel Ángel Urrutia Lozano, Secretario de la Seguridad Pública en el estado; Alejandra Pani Barragán, nueva secretaria de la Contraloría y José Antonio Ortiz Guarneros, Comisionado saliente.
  • Promete mejorar las condiciones salariales de los policías, pero ¿será suficiente?

En un acto formal celebrado en las instalaciones del C5, Miguel Ángel Urrutia Lozano asumió el mando de la seguridad pública en Morelos, una de las áreas más críticas y cuestionadas de la administración estatal.

El nombramiento de Urrutia Lozano se da en un momento donde los grupos de delincuencia organizada mantienen el control del estado, la violencia crece día a día y la percepción de inseguridad no cede.

Durante el acto, Urrutia Lozano aseguró que la transición fue ordenada y se alineará al «Decálogo de Dignidad» presentado por la gobernadora Margarita González Saravia, que incluye mejoras salariales para los policías.

El compromiso suena esperanzador, las preguntas claves persisten: ¿será este ajuste salarial suficiente para motivar a las fuerzas policiales a enfrentar con eficacia la creciente violencia? ¿Qué otras estrategias se implementarán para combatir la criminalidad?

La ceremonia, aunque protocolaria, dejó vacíos en cuanto a detalles concretos sobre cómo se abordarán los principales desafíos que enfrenta la entidad en términos de seguridad.

Las mejoras salariales pueden ser un buen primer paso, pero no hay claridad sobre políticas más amplias de capacitación, equipo y, sobre todo, depuración de cuerpos policiacos que han sido señalados en diversas ocasiones por actos de corrupción y abuso de poder.

Respecto al «Decálogo de Dignidad» es una promesa ambiciosa, pero ¿hasta qué punto se traducirá en un impacto real en la seguridad del estado?

Las condiciones salariales son un factor, pero la dignidad de los cuerpos de seguridad también depende de un liderazgo claro, de una estrategia integral de combate a la delincuencia y, fundamentalmente, de la confianza que la población pueda tener en las instituciones encargadas de protegerla.

Miguel Ángel Urrutia enfrenta uno de los mayores retos de la administración estatal y en sus manos está la oportunidad de transformar un sector que, hoy por hoy, camina entre la desconfianza y el escepticismo.

Está por verse es si las acciones serán lo suficientemente contundentes para restaurar la seguridad en un estado donde el miedo y la incertidumbre han dejado de ser una excepción para convertirse en la norma.

El «Decálogo de Dignidad» ¿hasta qué punto se traducirá en un impacto real en la seguridad del estado?